Nicanora Condado González es una de las miles de personas mayores que no puede sentir cerca a sus familiares, en este caso a su sobrina. Apenas puede ver y oye muy poco. Necesita a su sobrina cerca,..tocarla, oirla, sentirla.. Cree que su sobrina ya no la quiere porque no la reconoce detrás de esa horrible marcarilla, en las contadas visitas que permite la residencia.
Nicanora tiene miedo. No puede entender que su sobrina que tanto la quería, solo hable con ella por teléfono. La necesita... y nadie la tiene en cuenta. Nadie tiene en cuenta a todas las personas mayores que si no mueren de Covid morirán de pena...o de soledad.
Este es el testimonio de su sobrina Concha:
"La impotencia me ahoga... El 14 de marzo la perdí, siento eso, que la he perdido para siempre... A mí me gustaría apelar a lado humano de todas las personas responsables de la gestión y protocolos de las Residencias de Mayores. Les pido ayuda desde el alma, con el corazón encogido y los ojos llenos de lágrimas. Quiero que consideren a nuestros mayores algo más que cifras. Que sus muertes importen, pero que no solo importen las muertes provocadas por la Covid, que importen también aquellas muertes provocadas por la pena... Ya sé que estas no engordan cifras, que no son publicadas, que no dan mala prensa... Pero señoras y señores, probablemente tanto a cualquiera de ustedes como a mí, si nos preguntasen sobre la opción de que nos mate el virus o la pena, creo que la mayoría daríamos por bueno el virus como causa. Privarles del cariño, del calor, de los abrazos, de los besos, de los mimos de los suyos es de una crueldad infinita, aunque no medie mala intención...
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