LA VOCACIÓN NO ES EXCLUSIVA DE LA
IGLESIA ¿NO?
La vocación es lo que nos llama.
Nos llama lo que nos interesa, lo que atrae nuestra atención. Desde niños hay
juegos que nos gustan y otros por los que no sentimos curiosidad. Hay niños/as
que parecen no tener interés por nada, de todo se cansan y parece imposible que
se centren en algo, pero realmente siempre hay algo que les gusta.
Los padres y las madres debemos ser
buenos observadores y ver cómo se acercan a los diferentes juegos, ¿coopera o
no coopera? , ¿toma la iniciativa o se calla?, ¿prefiere jugar solo o
acompañado?,… todo eso nos da información de preferencias del niño/a. Con los
estilos de trabajo observaremos la concentración, la dedicación o esfuerzo
sostenido en el tiempo… es decir la interacción del niño/a con la tarea.
En el Proyecto Spectrum, basado
en las Inteligencias múltiples de Howard Gardner, entre 1984-1988 se evaluaron
las capacidades cognitivas de unos niños en educación infantil. Querían ver a
los niños/as desarrollando actividades que tradicionalmente la escuela no
evaluaba. De esta manera, por ejemplo un niño/a con buena capacidad musical
podía utilizar esta aptitud o punto fuerte (“Inteligencia” según Howard
Gardner) para estimular el aprendizaje de otros contenidos que le resultasen
más complicados de asimilar, por ejemplo tareas matemáticas.
La madurez vocacional es un
proceso continuo que normalmente queda irresoluto en la mayoría de los casos.
En un estudio de la Universidad de Cádiz de 2009, revelaba que el 70% de los
alumnos/as no saben qué carrera escoger cuando se van a incorporar a la
universidad; el 40% de los universitarios/as descubren en su primer año de carrera
que no les gusta lo que están estudiando y cada año más de 130.000 jóvenes
abandonan voluntariamente los estudios que emprendieron. ¿Trabajamos la
vocación?.